El millón de millares de mundos

 

La Singularidad tecnológica se producirá, independientemente de los caminos por los que se llegue a ella. Y una vez aquí, tanto si nos incorporamos a ella como si permanecemos fuera, el mundo como lo conocemos va a cambiar radicalmente.

Es de esperar que asistamos al nacimiento de una miríada de mundos virtuales en los que experimentaremos las más variadas teorías científicas, sociales, y biológicas. Es posible que el ser humano incluya en la Singularidad las variedades culturales específicas de cada región. Esas particularidades serán incorporadas y llevadas al extremo, desarrollando culturas propias dentro de la Singularidad, explorando caminos sociales y tecnológicos en todas sus vertientes.

Con la colonización del espacio, mediante esporas nanotecnológicas, navíos robotizados o cualquier otra vía, la cultura humana post singular se extenderá, y convertirá los mundos y sistemas visitados en versiones similares a su hogar. O puede que se opte por algo radicalmente diferente.

Las viejas películas y libros de ciencia ficción se habrán quedado cortos.

Cada mundo, cada sistema solar, poseerá en él una plétora de inteligencias artificiales conectadas en cuyo interior vivirán civilizaciones enteras creadas con designios que apenas nos atrevemos a imaginar.

Nos encontraremos con que la vida, la inteligencia y el conocimiento son más abundantes que el aire, habitando éstos en los átomos de los superordenadores, o en cuerpos físicos creados para cualquier capricho. Las ciencias explotarán en una variedad infinita, dedicadas a desentrañar los misterios del universo, y las mentes humanas y artificiales, ya casi indistinguibles, explorarán cada rincón del saber. Las capacidades de este intelecto serán inconmensurables, compararlas con nosotros, sería como comparar nuestra civilización con una ameba.

Y formaremos parte de ella.