No voy a hablar de transhumanismo, esta vez no. Tampoco de superhéroes de cómic.
Esta vez quiero hablar de superhombres de verdad.
Uno de los temores que se han extendido en el mundo es que, como dijo Toffler, la amenaza de las armas de destrucción masiva pase de los estados a las personas con la llegada de la nanotenología, la ingeniería genética y la robótica.
Pero donde otros ven amenzas, superterrorismo, y miedo, yo veo oportunidades.
No dejo de ver la ética que debe imperar para poder hacer buen uso de estas tecnologías, ni dejod e ver los riesgos potenciales, pero si nos fijamos en el lado positivo, tendremos un mundo de superhombres.
Donde cada uno de nosotros pueda, con estas técnicas, nuestra intelgencia y nuestras aumentadas capacidades, crear enormes proyectos ayudado por máquinas, robots y nanoides.
Veo un mundo en el que cada uno de nosotros podría soñar mundos virtuales que podría crear sin dificultad para disfrute de los demás, o erigir torres solares que abasteciesen ciudades completas. O sembrar bosques, o erigir museos submarinos.
Y, llegando más lejos, donde un hombre pueda cambiar la faz de un planeta.
Nada que esté al alcance de nuestra imaginación será imposible, si tenemos la sabiduría, la paz interior y la voluntad de esforzarnos por conseguir que cada uno de nosotros, toda nuestra especie, logre trabajar en armonía con los demás y logre la libertad.