La reconquista del salón

Nuestros hogares se preparan para una cruenta batalla en la que se decidirá quién es el electrodoméstico rey de nuestro salón. La televisión, lejos de darse por vencida ante sus recientes acosadores, portátiles, tablets, consolas y discos duros, ha aprendido la lección y está ganando en versatilidad y conectividad.

Los últimos años parecían entregados a la tarea de destronar a la televisión como centro de entretenimiento (por lo menos, a la emisión de televisión), al igual que ella lo hizo con la radio.

Los ordenadores ganaban cuota de atención de las familias, los tablets han aparecido con fuerza, el P2P y el streaming han puesto a disposición de los hogares una miríada de series, películas, música y contenidos que superan con creces la oferta de los canales tradicionales. Ni siquiera los canales de pago podían competir con esa versatilidad.

Sin embargo, escarmentados en carne ajena, los fabricantes de televi- sión están dotando a sus productos de las características que los usuarios echaban en falta, y que les habían hecho fijarse en otros productos.

La conexión a Internet, la posibilidad de almacenar la programación, el control por gestos, o por voz, el uso de aplicaciones específicas y juegos. Todas estas novedades se están unificando en los modernos televisores inteligentes para tratar de competir con sus rivales.

Y la tendencia crece.

Surgen más nuevas aplicaciones cada día, para las diversas plataformas, están convirtiendo nuestro televisor en el equivalente de salón y sofá de un ordenador o una tablet con esteroides. La posibilidad de navegar por la Red, usar redes sociales, hablar con nuestros amigos, o cualesquiera de los usos que Internet permite, serán un duro rival para los ordenadores.

También los usos comerciales experimentarán una expansión.

Las plataformas se adaptarán a las teletiendas para incluir más pro- ductos, y es de esperar que los fabricantes lleguen a acuerdos con potentes compañías multinacionales de distribución para desarrollar la compra desde casa a través del televisor. Ir a la compra adquirirá un nuevo sentido cuando podamos pasear por los estantes del supermercado, comprar y pagar desde nuestro mando a distancia táctil, o hablándole a nuestro televisor.

Los juegos también se unirán a esta fiesta del ocio, pudiendo ser descargados y disfrutados de forma inmediata en nuestro salón, y el reconocimiento de gestos y de voz, así como la posibilidad de conectar nuestros televisores a la red permitirán inmensos campeonatos en juegos online con familiares o con completos desconocidos.

Igualmente, la integración del televisor inteligente con nuestro hogar, le convertirá en una pieza clave dentro de la domótica de casa. Conectados a nuestros móviles, webcam, tablets o coches, serán fundamentales en la gestión de nuestra vida, que tenderá a ser cada vez más cómoda.

Calentar el coche en invierno antes de llegar a él, preparar las vaca- ciones desde el televisor y enviar toda la información del viaje a nuestro vehículo, poder visualizar las series, programas, o juegos comprados en nuestro televisor desde nuestros smartsphones o los tablets, o viceversa, son sólo unas pocas de las múltiples posibilidades que pueden surgir.

La integración de tecnologías y aparatos será fundamental.

Y no quedará ahí la cosa. Nuevas tecnologías como la háptica nos permitirán expandir las sensaciones que hoy nos transmiten el sonido envolvente, el 3D o la realidad ampliada, al tacto o al olfato, y podremos llevar nuestra televisión en el móvil, en el reloj, en el coche o en nuestros propios ojos con gafas inteligentes o con lentillas de informática vestible que proyectarán sobre nuestros ojos los programas de televisión.

Y a esa versatilidad de hardware y software se unirán los contenidos.

Los canales de televisión tradicionales conseguirán, si son lo suficientemente previsores, aprovechar toda esta flexibilidad para hacer propuestas de ocio más versátiles y adaptadas. Podremos programar nuestra propia emisión como queramos, en función de multitud de parámetros.

Nuestras aficiones, nuestros intereses, nuestro estado laboral, civil, anímico. El televisor podrá reconocer nuestro estado de ánimo, y ofrecer- nos una programación acorde a él, según lo hayamos programado.

De la misma forma, nuestra caja «ya no tan tonta» podrá saber quiénes están presentes en el salón, y en función de las directrices dadas, adaptar la programación ¿Os imagináis que nos ofrece para que juntos podamos elegir, dejando fuera los contenidos inadecuados. No sólo eso, también podrá conectarse con nuestro hogar para ofrecer una experiencia completa controlando luces, temperatura, llamadas de teléfono, cualquier cosa que sea susceptible de intervenir en la experiencia de ocio.

El televisor, probablemente, volverá a ser el centro del ocio y el disfrute familiar, pero de una forma mucho más flexible y adaptada.